¿Qué está frenando tu práctica de Yoga?

Durante miles de años, el yoga ha sido un poderoso instrumento de transformación y crecimiento. Sin embargo, los que lo practicamos, afrontamos muchas veces circunstancias que frenan este proceso de cambio. La propia resistencia al cambio, nuestros hábitos o estilos de vida, las comparaciones… son factores que dificultan la transformación. Por otra parte, hacernos conscientes de la evolución que está teniendo lugar en nosotros mismos, nos permite entender también los cambios a nuestro alrededor, y poco a poco llegamos a comprender que formamos parte del Todo.

Resistencia

En yoga nos enfrentamos a muchos tipos de resistencia: puede haber cierta resistencia en los músculos y el cuerpo en general, pero la mayor parte de las cosas que limitan o entorpecen nuestra práctica residen en la mente más que en el cuerpo.  La resistencia mental puede tomar muchas formas: excusas, olvidos, pereza o incluso puede manifestarse como una enfermedad o una lesión. Minimizar la resistencia mental es la clave para superar las resistencia física.

 

Observar a qué nos resistimos puede darnos mucha información acerca de nosotros mismos. Podemos preguntarnos: ¿por qué hago yoga? ¿Lo hago tal vez por miedo a la enfermedad, a envejecer, a la muerte? ¿O es la ambición la que alimenta mi práctica? ¿Practico porque ambiciono superarme, destacar sobre el resto de la gente, aparentar juventud, ganar salud o belleza? Por supuesto, todos tenemos miedos y ambiciones, y hasta cierto punto pueden ser positivos.

El problema es cuando el miedo nos paraliza y la ambición nos empuja demasiado. El riesgo es que dejemos que estas emociones tomen el control de nuestro yoga. Cuando esto sucede, la mente está orientada hacia el pasado o hacia el futuro, de modo que olvidamos la verdadera esencia del yoga: existir aquí y ahora con una mente en calma.

Hábitos

A medida que avanzamos en la vida todos vamos acumulando una serie de hábitos de comportamiento. Estos hábitos son útiles en muchos casos, nos sirven para ordenar nuestras acciones hacia un objetivo, nos dan seguridad. El problema es cuando estos hábitos comienzan a dominar nuestras vidas de forma inconsciente, se convierten en filtros a través de los cuales observamos el presente. Esto nos hace funcionar en modo automático, como máquinas. Y, en palabras de Joel Kramer: si te pierdes el presente, te pierdes todo lo que hay. (If you miss the present, you miss all there really is.)

 

Por otra parte, los hábitos estrechan nuestra mente. En la medida en que nos marcan un camino a seguir, limitan nuestra creatividad. Una mente rígida limita el rango de lo que es posible o no para nosotros. Nuestras creencias, valores, posturas mentales, deseos, etc., construyen nuestra auto-imagen, que después condiciona lo que pensamos y cómo nos comportamos.

A través del yoga, nos hacemos conscientes de estos hábitos de pensamiento: los pasamos , y con esto los derrotamos, nos liberamos de su yugo, del condicionamiento automático que operaban sobre nosotros. Y así, aumentando nuestra consciencia, expandimos nuestra libertad.

 

Otras veces persistimos en nuestros malos hábitos sin saber por qué. ¿Cuántas veces te has preguntado: por qué no puedo dejar de fumar, o por qué como sin hambre mientras veo la televisión? ¿Por qué perseveramos en comportamientos autodestructivos? Parte de la respuesta es que nuestro impulso de auto destrucción se alimenta de placeres inmediatos aunque el resultado final sea negativo, es decir, escogemos la gratificación momentánea frente al beneficio a largo plazo. Y aquí es cuando muchas personas me preguntan: ¿pero por qué tengo que dejar de beber vino o comer carne para hacer yoga? La respuesta es siempre será la misma: NO TIENES QUE HACERLO, SI NO QUIERES. En realidad esta respuesta encierra una trampa, porque tarde o temprano, si continúan con su práctica, estas personas QUERRÁN, optarán por un estilo de vida más saludable, de forma voluntaria. Este es uno de los mayores regalos que nos hace el yoga: nos empuja hacia lo que es más apropiado y beneficioso para nosotros mismos.

 

El yoga te vuelve más sensible hacia la vida, y te hace preferir aquello que beneficia tu salud.

Competencia y comparación

Solemos decir que el yoga es una práctica no competitiva. Sin embargo, nuestra mente tiene una vertiente competitiva que no podemos ignorar. El impulso de competir está inscrito en nuestros genes probablemente, como mamíferos que somos, abocados a sobrevivir en un entorno hostil y con recursos insuficientes para todos. Por eso, es difícil luchar contra este afán de competencia. Incluso puede que no sea beneficioso para nosotros tratar de reprimir nuestra competitividad: si nos decimos que competir es malo, nos sentiremos culpables cuando observemos este impulso natural en nosotros, y trataremos de esconderlo.

 

Esto puede tener efectos negativos, como siempre que se reprime una emoción. Por tanto, conviene aceptar que nuestra mente es competitiva, explorar este aspecto de nuestra naturaleza, para que no aflore de forma inconsciente.

Tal vez una forma de afrontarlo, es distinguir competencia de comparación. La comparación es absolutamente aceptable y necesaria. Para progresar necesitamos compararnos. Compararnos con nosotros mismos, nuestro yo actual con nuestro yo anterior, nuestra práctica de hoy con la de ayer o la del año pasado. Compararnos con los demás: el proceso de aprendizaje requiere observar al maestro y comparar nuestros resultados con los suyos. La comparación es una herramienta indispensable y muy útil, en el sentido que nos brinda información muy valiosa. Por tanto la comparación es positiva y debe utilizarse como fuente de feedback.

Evolución

El yoga es en esencia una mirada hacia nuestro interior para responder a la pregunta intemporal de ¿quién soy yo?. A medida que indagas en las regiones más profundas de tu ser, alcanzas un conocimiento no solo acerca de ti como individuo, sino también de ti como parte del tejido de la vida. Comprendes que el cambio es inherente a todo lo que existe y por tanto también a ti mismo.

 

El movimiento es la esencia de la energía, de las relaciones, del crecimiento.

 

La evolución es la forma en que este movimiento se expresa en el universo. Se puede entender como el cambio de las formas hacia una mayor complejidad y adaptabilidad.

 

El yoga nos ayuda a superar la falacia de la separación, a comprender que formamos parte del todo, que no existimos separadamente sino que formamos parte del universo, y que nuestra propia evolución se integra en el gran proceso evolutivo de la vida.

 

Si conseguimos hacernos conscientes de estos factores, nuestra práctica de yoga podrá progresar y convertirse en un verdadero instrumento de transformación y crecimiento.

 

Namasté

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